El rol clave que desempeñan los presidentes de directorios

Luis Hernán Paúl

Comparto el símil que utiliza David Beatty de que los presidentes de los directorios son como los directores de orquesta, en el sentido que juegan un rol fundamental en la coordinación del grupo que dirigen. Los directores también se parecen a los músicos de una orquesta. Puede que conozcan el rol que deben cumplir pero les sirve enormemente contar con un presidente que dirija el trabajo que desarrollan como grupo.

En lo que respecta a las funciones específicas que juegan los presidentes de directorios, hay cuatro labores que me gustaría destacar.

La primera es la movilización del talento. Esta labor se logra fundamentalmente impulsando que el gerente general y el directorio cumplan cada cual con su rol. Se debe partir de la base que los directorios no están para revisar por encima el trabajo que realiza la administración ni tampoco para indicar a los gerentes cómo deben hacer su trabajo. Los directorios tienen su propia labor, la que parte con la selección, evaluación y eventual remoción del gerente general (si concluye que éste no puede cumplir su función debidamente).

También tienen una función importante que cumplir en la estrategia y control de gestión, las compensaciones de los ejecutivos, la relación con los accionistas y otros stakeholders y la gestión de riesgos. Por lo tanto una de las pegas importantes del presidente es aprovechar bien los talentos con que cuenta en el directorio. También actúa de contraparte del gerente general, lo que lo ubica en una posición ideal para potenciar al máximo a este último. 
Una segunda labor crítica es la construcción de confianzas a distintos niveles, partiendo por la confianza entre el directorio, el gerente general y el equipo de ejecutivos que más relación tiene con los directores.

Sin perjuicio que éstos pueden remover al gerente general, lo usual es que quieran mantenerlo y que busquen que éste haga lo mejor posible su trabajo. Ello es lógico porque un directorio no puede desarrollar su función con éxito sin un gerente general que desarrolle la suya con éxito. Y un gerente general no puede tener éxito si no tiene el poder para “hacer que las cosas pasen”. Por lo mismo es que los directorios deben buscar un equilibrio en el cual mantengan un grado razonable de control y dirección de la empresa, a la vez que logren entregar un nivel de adecuado de delegación de poderes y autonomía a la administración. Para lograr este equilibrio, he aprendido, es preferible contar con gerentes generales fuertes.

El presidente también debe ocuparse de que se genere idealmente confianza entre los directores, para lo cual es útil que todos reciban el mismo trato y dispongan de la misma información. Me refiero a un flujo continuo de información útil debidamente procesada. Asimismo el presidente, junto con el gerente general, pueden jugar un rol importante en la generación de confianza en la empresa de parte de los accionistas, autoridades, acreedores y otros stakeholders relevantes.

Una tercera labor crítica es el manejo de tensiones que surgen muchas veces entre los directores y el gerente general y/o entre los mismos directores. Para ello es fundamental que ponga especial atención en crear las condiciones para que exista una dinámica y clima apropiado y manejar debidamente las relaciones disfuncionales que surgen a veces en los directorios. Debe mantener las discusiones focalizadas en las labores propias del directorio y evitar entrar en temas que poco o nada aportan al cumplimiento de su función.

La cuarta labor fundamental es el manejo del tiempo. Para ello, en coordinación con el gerente general, debe estructurar agendas especialmente pensadas para cubrir en tiempo y forma los temas en que el directorio debe involucrarse más y/o puede aportar mayor valor, y lo que es básico, asegurarse que los directores reciban con la debida anticipación el material de apoyo correspondiente para que éstos lleguen con los temas que pueden ver previamente ya procesados.